Algo falla en la seguridad de una calle si los vecinos que residen en ella han contemplado escenas en las que se combinan sexo y consumo de drogas que ocurren al aire libre o dentro de vehículos estacionados. Un supuesto intento de rapto sufrido por una menor ha causado la ira de unos residentes que denuncian la delincuencia que genera la presencia de un 'after hours' y de clubes de alterne
La visión de jóvenes que sangran tras haber participado en peleas multitudinarias, la presencia de individuos que disfrutan de los servicios de prostitutas dentro de sus coches y las visitas de narcotraficantes que venden su mercancía en plena calle se han convertido en algo habitual para los vecinos de la calle Cabo Santiago Gómez.
El intento de rapto de una menor frente al edificio Trébol y el asalto a la vivienda de una anciana han acrecentado el temor de los vecinos, algunos de los cuales han llegado a proponer la instalación de cámaras de vigilancia e incluso la organización de patrullas ciudadanas.
La repulsión generalizada hacia el ataque sufrido por la niña ha sido el detonante de la psicosis vecinal. Los residentes, sin embargo, aseguran que la inseguridad en la zona no es un fenómeno reciente y denuncian la presencia de un local after hours y de varios clubes de alterne que, según aseguran los propios habitantes del barrio, son fuente de actos delictivos y de violencia.
Todos los residentes encuestados por este diario son capaces de mencionar algún incidente ocurrido en la zona que han presenciado con sus propios ojos. Ancianas que temen ser atacadas en sus propias casas, chicas jóvenes que tienen miedo a pasear solas, familias que pasan noches en vela por el ruido de las reyertas y dueños de cafeterías que han contemplado a jóvenes tirados en el suelo tras recibir una paliza son algunos de los habitantes de un espacio urbano que, a pesar de su céntrica ubicación, parece haberse convertido en uno de los lugares más peligrosos de la ciudad.
"Cada tres días venía la policía. El local -por el after hours- estuvo cerrado una temporada. Los clubes de alterne son de los mismos dueños. Allí están los mayores traficantes de droga de toda la ciudad. Es lógico que la gente se altere, porque delinquir es muy barato en este país", comenta un hombre que presenció varios altercados y que prefiere no revelar su nombre por miedo a represalias de los que han conseguido aterrorizar a todo un barrio.
Los afectados por la inseguridad coinciden al señalar el explosivo cóctel de droga, prostitución y delincuencia organizada como causa y origen de los problemas. Los que han paseado por la manzana un domingo por la mañana con ánimo de investigar aseguran haber visto como las mujeres que venden su cuerpo reciben droga de los narcotraficantes para, después, pagarles con sexo.
"Se estila el cambio de sexo por droga y hay peleas todas las semanas. Es frecuente ver a gente esnifando cocaína y practicando el acto sexual, sobre todo los domingos por la mañana", explica el propietario de la cafetería Tortoni, Emilio Suárez, que, además de regentar el local, reside en uno de los edificios de la calle y tuvo oportunidad de participar en las agitadas reuniones mantenidas por los vecinos para buscar soluciones al problema de la delincuencia.
El miedo de los habitantes de la calle Cabo Santiago Gómez ha llegado a tal extremo que hay vecinos de la vía que temen que una banda organizada dedicada al robo de pisos y a la venta de droga tenga esta zona como centro de operaciones de sus fechorías.
La presencia de cámaras dentro del portal del edificio número 8 es una buena prueba del pánico vecinal. Los residentes de este bloque instalaron estos mecanismos de vigilancia después de haber dejado de pagar los servicios de un guardia privado al que habían contratado para mantener los altercados lo más lejos posibles de sus casas.
"Tenemos cámaras en el portal que graban lo que pasa dentro, pero para tenerlas fuera hay que tener un permiso especial", comenta un hombre dentro del edificio que está ubicado junto al polémico establecimiento after hours y cuyos ocupantes están hartos de padecer el problema de la inseguridad.
Los afectados consideran que los altercados resultan todavía más problemáticos por la hora a la que ocurren. Los que viven cerca del polémico local explican que el establecimiento abre sus puertas alrededor de las seis de la madrugada y no cierra hasta el mediodía, algo que provoca que los traficantes y las prostitutas -siempre según el testimonio de los residentes- coincidan con jubilados que disfrutan de su paseo matutino y con niños que juegan en la plaza.
La seguridad de los menores, sobre todo tras el intento de rapto de la niña, es una de las principales preocupaciones de las familias. Los padres insisten en que sus hijos procuren no regresar solos a casa y eviten a personas "con aspecto extraño". Los vecinos han colgado carteles para advertir a los niños del barrio y prevenir así posibles ataques, robos y secuestros.
Los residentes afirman que las autoridades conocen a la perfección lo que sucede en la calle e incluso los hay que denuncian que hay páginas pornográficas de internet en las que pueden visionarse vídeos grabados en la vía.
"Hay dos tipos que hacen fotografías y que las cuelgan en una página web. Es una vergüenza y alguien tiene que tomar cartas en el asunto", comenta el propietario de la cafetería Tortoni ubicada en Cabo Santiago Gómez.
Los residentes, que participaron en reuniones vecinales para analizar el problema, tienen muy presente lo sucedido hace unos meses en los alrededores de la plaza de Vigo, cuyos habitantes lograron que cerraran dos locales after hours que les impedían dormir tranquilos y que generaban un clima de inseguridad difícil de soportar.
Los vecinos que hablaron con este diario están convencidos, por los horarios de apertura de los locales y por el hecho de que todos ellos funcionen con la puerta cerrada y las persianas de las ventanas bajadas, que los establecimientos son ilegales y que el Concello tiene motivos para decretar su cierre.
Los habitantes de Cabo Santiago Gómez, aunque denuncian la permisividad del Gobierno local, defienden la labor de la Policía Nacional, cuyos agentes, según explican, "siempre acuden cuando reciben una llamada".
Las rápidas intervenciones de los agentes nacionales al recibir una llamada de auxilio, sin embargo, no impide que haya residentes que denuncian la escasa presencia policial en la zona y que reclaman patrullas permanentes para controlar la calle en los horarios especialmente conflictivos.
"Hace meses que yo no veo un guardia por esta zona", declara un jubilado tras salir por la puerta del edificio Trébol.
Los habitantes de los pisos de los edificios de la vía amenazan con iniciar movilizaciones si el problema persiste a pesar de sus denuncias. Los que viven con el temor a sufrir algún tipo de agresión o robo exigen al Ayuntamiento y a las fuerzas de seguridad que doten a la zona de una protección especial que sirva para alejar narcotraficantes y prostitutas.